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Los tunecinos hasta ahora, han tenido que acudir al mercado negro para abastecerse de sustitutos del Viagra, para tratar sus males relacionados a la disfunción eréctil.

Se supone que con la llegada del Viagra oficial, y las charlas de difusión que hará la empresa farmacéutica que lo lleva al país, debería erradicarse una buena parte de las drogas que actualmente se comercializan para tratar la disfunción eréctil.

Presumir que los productos sustitutos desaparecerán del mercado negro, porque llega el producto oficial es muy ingenuo como para que lo crea la misma farmacéutica que lleva el medicamento, sin embargo, en el mercado todo puede suceder, y si me preguntan a mí que opino de la campaña de desprestigio que esta farmacéutica va a emprender en contra de las marcas sustitutas, les diría algo tajante: no va a resultar, y por el contrario, si los precios del producto oficial no son mejores que el sustituto, por ilegal y malo que sea, la gente seguirá prefiriendo lo más económico.

Pero los representantes de la marca oficial, quieren matar los sustitutos de raíz, y hasta han acudido a las autoridades tunecinas para tratar de eliminar todos los sustitutos, a los que califican de falsos. De falsos es evidente que no tienen nada, aunque podría ser discutible su nivel de efectividad, dado que sus componentes base, como el odenafil, podría ser más débil que el equivalente químico del Viagra, ¿pero qué tan débil será comparativamente?.

Las campañas de desprestigio son tan odiosas y burdas, que al final hacen caer a los propios artífices de las mismas. Esto es como lo que pasa en la política, donde la gente ya está al menos, tratando de filtrar cada cosa que sale de la boca de un político, y ya no se lo cree todo a ciegas.

Si los viajeros van con algún medicamento sustituto en su bolso, ¿van a comenzar a ser víctimas de una cacería policial porque a esta farmacéutica se le ocurrió que no debe existir nada más que su producto dentro del territorio nacional?. Con algo como esto, los viajes a Túnez podrían convertirse en una pesadilla.

Vía/ Tunisia-live

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