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Subiendo calle arriba por la Medina, hay un mirador que aporta poco, aunque es mucho mejor que la vista que hay desde el Hotel África. Cerca del lugar hay un bar popular, con el volumen de la televisión al máximo, con gente fumando pipas de agua y tomando té.

El cicerone del viajero, que por casualidad andaba por ahí, ofreció charla y un té. Mientras caía la tarde y ya se ponía el aire fresco, el té caliente sabía mejor. El té por estos lados es toda una bebida zen, con finos ingredientes, como la menta y piñones.

Sidi Bou Said es una zona elegante de la ciudad donde vive lo mejorcito de la capital. Caminar por las calles es toda una aventura que invita a conocer los más recónditos rincones ocultos, estudiando cada una de sus puertas y emborracharse con el azul y blanco de las paredes y balcones forjados.

Desde lo más alto se ve el mar, el faro con vista a la capital y el golfo. Las vistas del atardecer son lo más precioso que se puede apreciar allí.

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Llega la hora de ir a dormir, y el mejor lugar es el Dar Said, un hotel de inspiración andalusí con patios, habitaciones que dan al mar, salones de otras épocas y un gerente siempre preocupado del viajero.

Riadh Fehri vive en Sidi y es un músico importante de Túnez. Además de componer, trabaja con músicos de todo el mundo y organiza conciertos, además de trabajar en su conservatorio y su proyecto que busca acercar la música a los niños ciegos de la capital. Últimamente compone música que funde la tradición tunecina y andalusí.

Vía: Deia, Fotos: flickrdeia

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