En Tamerza se encuentra un pequeño oasis que alberga una gran cascada que atraviesa una fina garganta de tierra, mostrando la caída desde unos diez metros de alto. En la poza que se genera debajo de esta cascada, muchos van a bañarse como si se tratara de una piscina natural.

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Tamerza era una antigua ciudad romana que ya no es tal, porque el tiempo fue corroyendo las tuinas de ella y la naturaleza se encargo de formar el actual oasis de Tamerza, donde todavía van paleontólogos en busca de restos y fósiles que les ayuden a investigar los antiguos asentamientos que allí hubieron.

El lugar se encuentra rodeado de paisajes desérticos, como es típico en Túnez. Aquí se comercializan las rosas del desierto, flores que son cultivadas por los lugareños y les sirven como producto para generar su fuente de ingresos, porque de actividades económicas, aquí es casi nula, y prácticamente de subsistencia para los que viven en el lugar.

Los más afortunados se dedican a la artesanía, la agricultura y hasta a servir en un alojamiento familiar que albergue a los turistas, pero mas allá de eso, la ganadería es también precaria, de subsistencia apenas, y que más se puede decir, este es el paraíso de los cesantes, porque asi como se gana poco, también se puede vivir con el mínimo, con casi nada.

Yo me instalaría una carpa al lado del oasis de Tamerza, iría a bañarme en esa poza natural que se forma con su maravillosa cascada, y me preocuparía de comer nada más que frutas y quizás alguno que otro lagarto para tener mi suministro de proteínas necesario. Quizás el único adelanto que llevara seria la tecnología wi fi, si es que ya no está, para tener a la mano mi notebook, y leer.

Foto: flickr

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