El que Túnez esté en África no es más que un dato geográfico insignificante comparado a la rica y compleja sociedad que detrás. La capital de Túnez, del mismo nombre, es cosmopolita y elegante, con la avenida Habib Bourguiba en su centro.
La avenida Bourguiba llega hasta la escultura que emula a los obeliscos egipcios y los minaretes islámicos de la ciudad. A pesar de ser monumentos llamativos, con un reloj en alto, nadie parece notarlos, en cruzan la calle para tomar té o tomar un tranvía sin mirarlos siquiera.
Pero un viajero occidental se fijó en este menhir tunecino, construido en hierro forjado y con una arquitectura autóctona que deja pasar la brisa pero no el calor ni la luz. El color de obra es marrón oscuro.
La mejor manera de sumergirse en la atmósfera de la capital tunecina pareciera ser bebiendo algo de té con menta y piñones en alguno de los cafés de la avenida, que destila un aire sensual.
Por las calles cercanas a Bourguiba se puede ver una multitud de coches y gente, aunque los edificios bajos dan un respiro al paisaje, al dejar ver el cielo azulino.
El Museo Nacional El Bardo es el mejor museo del mundo en cuanto a mosaicos romanos, y es por lo mismo, motivo de orgullo para el país. Originalmente, este edificio se levantó como palacio de los sultanes locales en el siglo XIII, para luego mejorarse y dar cobijo al rey otomano. Los mosaicos son según todos los que lo han visitado, alucinantes. Hay mosaicos pequeños, grandes y gigantes. Hay mosaicos con flores y de la vida cotidiana, como el llamado Villa Laberii.
Un retrato llamado Virgilio es casi como contemplar de cerca a la Gioconda.
El Dar el Jerd es un restaurante de cocina tunecina tradicional situado en el corazón de la Medina. Este fue el lugar del viajero para detenerse a saciar su hambre de tantas horas recorriendo los misterios de la capital.
El salón del restaurante, era un antiguo patio interior de casa, un oasis de silencio dentro de la Medina, con una decoración rica y bella. La manera de interpretar la vida, de puertas hacia dentro, va muy unida a la religión musulmana, que privilegia lo interior y no lo exterior.
La comida fue deliciosa y al terminar, ofrecen agua de azahar para humedecer las manos, como detalle de buen gusto.