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Como todos ya sabemos, enfocarse solamente en los conflictos políticos y económicos actuales no es la única manera de conocer un país. Eso es algo transitorio que algún día se arreglara, por lo que mientras tanto, podemos preocuparnos de conocer las monumentales obras que perduran en Túnez.

El Ribar es un recinto fortificado que sirvió a los monjes guerreros. El nombre de la ciudad de Rabat procede de Ribat Al-Fath, que significa algo así como el “Ribat de la conquista”.

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El Ribat se sitúa en la Plaza de los Mártires, frente a la Mezquita Mayor, en Susa, Túnez. La obra se construyo durante la dinastía de los Aglabíes y fue patrocinada por un príncipe. Aunque el nombre del arquitecto se desconoce, hay una placa conmemorativa que confirma que las obras fueron llevadas a cabo bajo el cuidado de Masrur, liberto del príncipe patrocinar, Ziyadat Allah I.

El Ribat, es una fortaleza construida en piedra, que cuenta con muros laterales rematados con almenas y torres semicirculares. Los ángulos están provistos de torres redondas, con excepción del ángulo sureste, donde se ve la torre de vigía cilíndrica, inspirada en el prototipo de los alminares abasíes que se extendieron en el Magreb desde finales de los siglos II y VIII.

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Esta fortificación, tiene una entrada que se parece mucho a la de los palacios abbasíes. Adentro, podrán ver un bóveda construida en piedra, que da al patio rodeado de pórticos. Por la galería sur, se ven dos escaleras. Por el mismo lado sur, hay una sala de oración, formada por 11 naves cubiertas por bóvedas de cañón.

El Ribat perdió su connotación militar cuando evolucionaron las técnicas de guerra, aunque todavía guarda su vocación espiritual.

El Ribat sirvió de refugio a los habitantes de Susa durante las incursiones de la flota bizantina. Este monumento aun conserva su aspecto original y no ha tenido grandes remodelaciones, con excepción de las galerías de los lados norte y este.

Vía/ Discoverislamicart, Fotos/ (Damiandude) flickr

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